Montevideo, 7 nov (EFE).- Sin el potencial actual de los dos clubes más afamados de Argentina pero con 13 años más de solera, Peñarol y Nacional pugnan por el corazón de los uruguayos desde la llegada del fútbol a América y protagonizan el clásico más antiguo del continente, que el domingo vivirá su edición número 524.
Ya no es el enfrentamiento entre el equipo de inmigrantes británicos que dio origen al Peñarol y la respuesta criolla que gestó al Nacional, y no son las escuadras que en el pasado brillaron fuera de sus fronteras, pero ni Montevideo ni Uruguay se entienden sin este duelo.
La inicial pugna entre ambos por una identidad futbolística uruguaya, la posterior consecución de tres títulos de la Copa Intercontinental por cabeza y la actual violencia que amenaza con desvirtuar la sana rivalidad radiografían el Clásico entre los dos gigantes charrúas, abrillantado este curso por la presencia del astro Diego Forlán.
No tiene peso en el concierto mediático internacional, y queda oscurecido bajo la larga sombra del Superclásico argentino, pero carboneros y albos apelan a términos proporcionales para destacar la relevancia histórica de su contienda en un país de 3,3 millones de habitantes, frente a los casi 43 del vecino.
La rivalidad es tal que incluso compromete la afirmación inicial que sitúa el Clásico como el más añejo de América, pues el 15 de julio de 1900, fecha del primer enfrentamiento, el equipo al que se midió el Nacional no se llamaba Peñarol, sino Central Uruguay Railway Cricket Club (CURCC).
Desde el Nacional, fundado en 1899, datar el nacimiento del Peñarol en 1914, cuando abandona oficialmente el nombre de CURCC, y no 1891, cuando éste surge, es suculento, pues supone restar cinco títulos de campeón uruguayo a su máximo rival.
Si así se considerara, la antigüedad del Clásico uruguayo no sería mayor que la del argentino, que vio el primer pulso entre el Boca Juniors y el River Plate en 1913.
En el Peñarol, no obstante, no dan hueco a tal discusión, y sostienen la continuidad institucional e histórica con el CURCC como el mismo equipo pero con distinto nombre.
La FIFA, en un artículo publicado en 2009 en su página web, se refirió a la contienda uruguaya como «la más antigua conocida fuera de las Islas Británicas», y el directivo del Nacional Hernán Navascués reconoció en diálogo con Efe que «sociológicamente hay una continuidad entre la CURCC y el Peñarol».
«Es cierto que la gente lo llamaba CURCC Peñarol, y que sociológicamente el primero fue la base del segundo, pero desde el punto de vista jurídico hay un quiebre», dijo Navascués.
La identificación con los colores de uno y otro generó un antagonismo que se ha ido recrudecido hasta el punto de que el Clásico brega hoy por frenar la violencia de los ultras.
En el último precedente, en junio de este año, con el título del Campeonato Uruguayo en juego, el partido fue suspendido por el colegiado antes del final debido a los desmanes de los violentos, y el riesgo de que los Clásicos se disputen sólo con la hinchada anfitriona en las gradas sigue latente.
«Todos tenemos que trabajar para que eso no pase. El día que sólo haya aficionados de un equipo se perderá el encanto de este Clásico», comentó a Efe el directivo del Peñarol Ignacio Ruglio.
En lo deportivo también se han producido cambios notables, de un pasado de mayor estabilidad en las plantillas se ha mudado a un continuo vaivén de jugadores, dada la imposibilidad de los clubes de retener a sus estrellas emergentes.
«Si hoy el Clásico se jugara como antes, cuando los futbolistas permanecían muchos más años en sus equipos, el Nacional contaría con Luis Suárez, Diego Godín o Fernando Muslera; y el Peñarol con Abel Hernández, Arévalo Ríos o Jonathan Rodríguez», ejemplificó Navascués.
Hoy las jóvenes promesas, como el carbonero Nahitan Nández o el albo Rodrigo Amaral, conviven con estrellas veteranas que eligieron retirarse en el club de sus amores, como el tricolor Sebastián ‘El Loco’ Abreu, que se encuentra ante uno de sus últimos Clásicos, o el aurinegro Forlán.
El debut de ‘Cachavacha’ con la camiseta del Peñarol ante el eterno rival supone uno de los grandes atractivos del partido del domingo y un reclamo de atención sobre el viejo clásico uruguayo, por derecho propio uno de los hitos del deporte mundial.