Miami, 27 jun (EFE).- Chile conquistó este domingo su segunda Copa América consecutiva a costa de sumir al mismo rival que en 2015, Argentina, en una profunda depresión que tuvo como primera consecuencia el inesperado adiós a la selección anunciado tras la final por su estrella y capitán, Leonel Messi.
La final de la edición conmemorativa del Centenario, que por primera vez se disputaba en Estados Unidos, repitió el guión de la que jugaron hace un año los mismos protagonistas. Tras un partido intenso, igualado, de poco fútbol y algo bronco, la suerte en los penaltis volvió a sonreír a La Roja.
El triunfo de la que ya es bicampeona continental dejó tocada a una Argentina que de nuevo cayó en el último partido. A las decepciones por las derrotas en la final del Mundial de Brasil y la Copa América de 2015, se sumó la disputada para celebrar el Centenario del torneo de selecciones más antiguo del mundo.
La sequía de títulos de la absoluta dura ya 23 años. Su última alegría data de la Copa América de 1993 y su nuevo fracaso significa un duro golpe para una generación de jugadores extraordinarios que ven pasar otra oportunidad sin repetir los éxitos que cosechan en sus clubes.
Ese es el caso de Lionel Messi. La estrella argentina lo ha ganado casi todo con el Barcelona pero la suerte le es esquiva con la Albiceleste.
Además, este domingo tuvo la desgracia de fallar su lanzamiento en la tanda de penaltis, tras lo cual rompió a llorar al ver que se le escapaba otra oportunidad de dar por fin una alegría a su país.
En la zona mixta, sorprendió a todos cuando anunció su adiós al equipo nacional: «Ya tomé la decisión. hice todo lo posible para intentar ganar algo y la verdad es que ya está. Ya lo venía pensando. Era esta o ya está. Hice todo lo posible y no se me dio», añadió.
La presencia de chilenos y argentinos en la final por segundo año consecutivo demuestra la superioridad de ambas plantillas sobre el resto. Fueron los equipos más goleadores y practicaron el fútbol de más quilates de la Copa.
El chileno Alexis Sánchez fue galardonado con el Balón de Oro, que lo acredita como mejor jugador, mientras que su compatriota Claudio Bravo se llevó el Guante de Oro al mejor guardameta y el también chileno Eduardo Vargas ganó el Botín de Oro al ser el máximo artillero de la copa con seis anotaciones.
En tercera posición del podio quedó finalmente la selección de Colombia tras derrotar a la anfitriona Estados Unidos, que igualó con su cuarto lugar su mejor clasificación en sus cuatro participaciones.
En el resto del torneo, además del buen juego desplegado y una alta media goleadora de 2,84 goles por partido, destacó la temprana eliminación de Brasil y Uruguay, dos de los favoritos a acabar en la parte alta del cuadro en cualquier competición.
Los brasileños no pudieron pasar de primera ronda con un fútbol que no convenció y se fueron para casa a las primeras de cambio tras perder contra Perú gracias a un gol anotado con la mano por Ruidíaz que supuso la gran polémica del torneo. Duda fue cesado como seleccionador pocas horas después.
También sorprendió el mal papel de los uruguayos que, sin la participación del lesionado Luis Suárez, se quedaron fuera del torneo tras caer ante México y Venezuela y sumar solo tres puntos ante la débil Jamaica.
Además del cese de Duda tras el descalabro de su selección, el argentino Ramón Díaz, que dirigía a Paraguay, presentó su dimisión «indeclinable».
Tampoco salieron bien parados Óscar Washington Tabarez con Uruguay ni Juan Carlos Osorio en una selección de México que se marchó para casa humillada tras el 7-0 que le infligió Chile en cuartos de final en lo que supone la goleada más amplia de la tricolor en su historia.
Los organizadores de la Copa América Centenario han celebrado los números «extraordinarios» alcanzados, con 1,5 millones de hinchas en los estadios y una media de 46.000 espectadores por partido, a lo que se suman los 1.500 millones de televidentes en 160 países y los buenos resultados deportivos.
Brasil tomará el testigo de Estados Unidos y acogerá en 2019 la próxima edición de la Copa América en lo que supondrá una nueva oportunidad tanto para los entonces anfitriones como para una selección argentina a la que le costará digerir lo ocurrido este domingo en el Estadio MetLife de East Rutherford.