Berlín, 21 nov (EFE).- El FC Bayern, tras caer derrotado por 1-0 ante el Borussia Dortmund lo que implicó la pérdida del liderato a manos del RB Leipzig, se dedica ahora a la búsqueda de explicaciones a la situación y de remedios para que el mundo del fútbol alemán, desde su punto de vista, vuelva a estar en orden.
Una mirada a la clasificación refleja una situación poco frecuente y completamente desconocida en los últimos años. Tras la undécima jornada el Bayern siempre había sido líder en las últimas cuatro temporadas.
Al final siempre había sido campeón lo que, sin duda, todavía puede repetirse puesto que la distancia frente al Leipzig es sólo de tres puntos y es de esperar que al equipo sorpresa de la Bundesliga -recién ascendido- le llegue una fase de debilidad.
Sin embargo, la derrota ante el Dortmund dejó muchas dudas no sólo por el resultado sino también por el modo cómo se produjo. El Dortmund tuvo más ocasiones para el segundo gol que el Bayern para el empate y Carlo Ancelotti pareció no tener fórmulas para contrarrestar el planteamiento táctico de su rival Thomas Tuchel.
El Bayern sigue siendo un poco el Bayern de Pep Guardiola. Frente al Dortmund tuvo más del 60 por ciento de posesión de balón, pero mientras que en la era Guardiola esa posesión solía traducirse en llegadas a puerta, frente al Dortmund el Bayern de Ancelotti prácticamente no encontró caminos hacia la portería contraria, si se hace abstracción de un disparo de media distancia al larguero de Xabi Alonso.
Hay sin duda explicaciones puntuales. Algunos jugadores, Thomas Müller por ejemplo, pasan por una crisis de forma. Dos figuras claves, Arjen Robben y Arturo Vidal, faltaron por problemas físicos y Franck Ribery acaba de regresar tras recuperarse de una lesión.
Sin embargo, en general, la derrota dejó constancia de que el Bayern bajo Ancelotti no tiene la misma intensidad que tenía con Guardiola. Además, otra vez se notó algo que ya en la era Guardiola era un problema: la falta de efectividad en las situaciones a balón parado.
Con respecto a esto último, el meta Manuel Neuer puso el dedo en la llaga al recordar que si bien no se puede pretender que de todo saque de esquina resulte un gol, sí se puede esperar que de cuando en cuando resulte una ocasión de gol.
Los hombres para generar eso están ahí, empezando por el recién llegado Mats Hummels, y sin duda las situaciones a balón parado hubieran podido sacar de apuros al Bayern ante el Dortmund.
El equipo que tiene la pelota, como el Bayern, suele generar situaciones a balón parado a su favor y por consiguiente debe tratar de aprovecharlas.
En ese sentido, una de las tareas de Ancelotti puede ser la recuperación de viejas virtudes, que bajo Guardiola -al menos a nivel de la Bundesliga- se hicieron innecesarias.
La impresión general es que Ancelotti ha tratado de gestionar al equipo hasta ahora sin introducir grandes cambios súbitos, dejando que funcionasen viejos automatismos que habían sido exitosos e introduciendo sólo modificaciones puntuales.
Ahora Ancelotti tiene que tomar el mando y mostrar que es lo que pretende desde el punto de vista táctico. Su aparente satisfacción -«el rendimiento fue bueno pero el resultado no», dijo después del partido ante el Dortmund- tiene que ir acompañada de una voluntad de mejorar la efectividad.
La esperanza es que el verdadero poder del Bayern termine viéndose en primavera, justo cuando falló en las tres temporadas de Guardiola. Pero Ancelotti no puede darse el lujo de perder el crédito en el camino hasta allí.
De aquí a diciembre, el Bayern tiene que sumar sus partidos por victorias y cerrar el año con un triunfo ante el RB Leipzig, con el que se encontrará el 21 de diciembre.
En el camino también está el Atlético de Madrid, el otro verdugo del Bayern en esta temporada además de Dortmund. Para Ancelotti, al margen de si el resultado alcance para ganar el grupo en la Liga de Campeones, una victoria en ese partido también es clave desde el punto de vista psicológico.