(Tomado de Prensa Arizona.-El cáncer del racismo parece no tener cura en los Estados Unidos, se podría encontrar la cura contra el COVID-19 y una vacuna que funcione para todos, pero una vacuna contra el racismo y el odio parece que nunca.
La idea de que una raza es superior solo por haber nacido en cierta latitud, Europa por ejemplo, o por su color de piel, es algo innato en la raza humana.
Los “amos” blancos que trajeron a los esclavos a América (continente) aún están en nuestra sociedad, no se extinguieron.
¿Acaso se necesitará que este país arda hasta sus cimientos como lo hicieron los Aliados con Alemania en la Segunda Guerra Mundial para acabar con el nazismo, dividirlo en dos, los blancos de un lado y los de color en otro?
Poco antes que iniciaran los disturbios por la muerte de George Floyd en Minnesota aquí en Arizona el Departamento del Alguacil del Condado de Maricopa, a cargo de Paul Penzone lanzó un estudio en el cual se indicaba que las paradas de transito hechas por los agentes del “Sheriff” duraban más tiempo cuando se trataba de una persona afroamericana o latina, en comparación que cuando se detenía a una persona blanca.
Esto ya en el tiempo de Penzone, donde se supone que se combate la imagen donde se hacían paradas por perfil racial en los tiempos de Joe Arpaio quien ejercía mano dura con la Ley 1070.
Es lógico que en las áreas de menor desarrollo económico, con la falta de oportunidades de educación y de empleo, crezca el delito al no tener las personas más opciones y desafortunadamente esto se da en los lugares donde viven las comunidades afroamericanas y latinas en los Estados Unidos.
El área metropolitana de Phoenix no es la excepción, lugares como “el west” o “south Phoenix”, “las avenidas” son foco de atención en los noticieros donde abundan “shootings” o lo que llamarían en México “ejecuciones del crimen organizado”, “ajustes de cuentas”. Allí no hay orden de “curfew” ni nada por el estilo.
Por eso es de llamar la atención la decisión del gobernador de Arizona, que claro su deber es proteger a todos los que habitamos en este gran estado, de declarar “estado de emergencia”, pero luego de que se hicieran disturbios en la ciudad de Scottsdale, en un centro comercial de cadenas de diseñador o de artículos electrónicos caros.
Ducey dijo en una declaración que había “hablado con los líderes del estado de Arizona”, y decidió poner esta orden, la cual está bien, pero por ejemplo la alcaldesa de Tucson, Regina Romero indicó que se enteró de la orden en Twitter.
Mientras que además las posiciones políticas comenzaron de nuevo a tomar protagonismo, como el Concejal de la Ciudad de Phoenix, Sal DiCiccio quien criticó el acciones de algunos compañeros suyos, como el caso de Carlos García y Michael Nowakowski, junto con el gobierno de Kate Gallego de abogar por la liberación de algunos de los detenidos durante las protestas.
Otros daños colaterales de las protestas han sido los jóvenes bajo el programa DACA o “Dreamers”, quienes muchos son activistas en su comunidad y salieron a marchar a las calles de Phoenix, ello sin saber que al rato algunos iban a estar encerrados e incluso llevados a la oficina de ICE (migración) y podrían enfrentar un proceso de deportación.
Estados Unidos está parado, dividido, lo peor de este país ha salido en el escenario de una de las peores pandemias de la historia reciente. ¿Aprenderemos algo? Lamentablemente creo que no.