Con poco que reprocharle por el juego, por despliegue y ocasiones, el Atlético no pudo certificar una victoria ante el Lokomotiv que le hubiera aclarado su presencia en los octavos de final.
El meta brasileño nacionalizado ruso, Guilherme, justificó su titularidad en la selección del país que le ha acogido. S
e encontró el equipo de Simeone con un rival que el serbio Nikolic ha adiestrado para jugar a lo que tanto han jugado los rojiblancos. Un repliegue intenso, que, sin embargo, fue superado muchas veces por el Atlético.
La pelota, las ocasiones, y la intención de ganar fueron suyas. Jugó en campo del Lokomotiv casi todo el primer tiempo y el segundo entero, pero se encontró con uno de esos días que el gol te niega la victoria.
Tuvo que lidiar el Atlético con un partido áspero y tobillero por parte del conjunto ruso. Muy físico, exigente con la gasolina a emplear porque el Lokomotiv tuvo claro la entrega de la iniciativa al equipo de Simeone. En otras ocasiones, cuando el rival le ha dejado la pelota para ver qué hacia con ella, se ha visto un equipo plano. No es así ahora, donde los recursos que ofrecen futbolistas como João Félix, Correa o Suárez le aclaran el juego ofensivo.
Las contestaciones del Lokomotiv se limitaron a algunas conducciones de Krychowiak, Smolov y Ze Luis. Nada que amenazara a Oblak. Sin tener la necesidad de aprisionar a su rival con una presión alta y agobiante, el Atlético tenía el mando del partido. Lo certificó pasado el cuarto de hora. Herrera recogió en el costado izquierdo un balón procedente del despeje de un saque de esquina. El mexicano puso un centro combado, que Giménez conectó con un cabezazo perfecto casi desde la frontal del área que se coló junto al palo derecho de Guilherme.
Con el tanto tan tempranero, parecía que el Atlético se iba a sacudir la parte más compleja de la cita, ponerse por delante del marcador ante un equipo que tenía pocas intenciones de destaparse.
Un sólo disparo
Sucedió que se encontró el Lokomotiv con una de esas manos que ha traído el nuevo fútbol del VAR. Herrera, que no hizo intención alguna de jugar el balón con la mano, vio como la pelota le golpeaba en el hombro izquierdo y luego en su brazo derecho. Miranchuk, engañó a Oblak. El gol supuso el único disparo entre los tres palos del Lokomotiv en todo el partido. Y a partir de ahí, ya no hubo más equipo que el Atlético. Correa, antes del descanso, estrelló un disparo desde fuera del área en el larguero.
La salida del Atlético en el segundo tiempo fue de nuevo imponente. Como en Pamplona, salió mandón y dispuesto a resolver el encuentro. Entre la tarjeta amarilla que vio en el primer tiempo, que fuera su primer partido, e intuyendo que necesitaría más manejo, Simeone dejó en el vestuario a Saúl y metió a Koke. Ganó el Atlético en fluidez y se agrandó la sensación de que en la dinámica que está el equipo, Saúl todavía es un cuerpo extraño. La carga sin desmayo la organizó João Félix. Hiperactivo para armar juego cuando se retrasaba para volantear, filtrar pases y finalizar. Un baile a Rybus en el costado del área lo finalizó con un pase demasiado fuerte a Luis Suárez que el uruguayo no lo pudo empalar bien. Guilherme se lo encontró en la línea de gol. Lo siguiente del luso fue un potente derechazo que esta vez sacó con las yemas el buen portero del Lokomotiv. Por tercera ocasión, Guilherme se empleó a fondo para desviar un cabezazo del portugués a centro de Lodi.
Barrió el Atlético al Lokomotiv en ese tramo majestuoso de João Félix. Koke estrelló un en la escuadra un perfecto cabezazo tras una rosca de Correa. El partido del argentino también fue meritorio, como pegamento de muchas jugadas de ataque. Nunca se escondió, ni para fajarse en ese partido de tacos afilados que jugó el equipo ruso, ni para intentar hacer daño con su fútbol sibilino. Simeone, como a Llorente, terminó por reemplazarle ante las exigencias del calendario para dar entrada a Vitolo y a Lemar en los últimos veinte minutos.
Siguió el Atlético dominador, pero empezó a pesarle la angustia de no marcar y de poder ser cazado en una contra. La lesión de Vitolo en este sentido le vino bien a Simeone para fijar más al equipo con la intensidad de Torreira. João Félix y Luis Suárez perdieron fuelle. No recibió contras, pero tampoco encontró el gol que le hiciera justicia a su dominio y a su intención por ganar el partido.