De la mano de David Ospina, Colombia ha salido del diván. El equipo de Reinaldo Rueda derrochó intensidad para empatar sin goles frente a Uruguay, y en la tanda de los penaltis acabó de exorcizar sus demonios para tumbar a los charrúas. El portero y capitán de los cafeteros, que jugaba su partido 112 como internacional, más que cualquier otro colombiano, atajó dos de los cobros celestes para meter a su selección en las semifinales de la Copa América.
Para Colombia, el desafío de los cuartos de final quedó definido en gran medida por sus ausencias. Se plantó en el césped del estadio Mané Garrincha de Brasilia sin James ni Falcao, que no fueron convocados, ni tampoco Juan Guillermo Cuadrado, suspendido. Además de esos tres históricos, perdió otra pieza fundamental con Matheus Uribe, de gran campaña en el Oporto, que se perderá lo que queda del torneo por una lesión en el soleo de la pierna izquierda. Pero ante la abundancia de ausentes, Ospina dijo presente.
Rueda optó por tapar el hueco de Uribe con Gustavo Cuéllar y sorprendió al relevar en la derecha a Cuadrado, el alma de esta Colombia, con otro delantero, Rafael Santos Borré, para acompañar en la punta a Duván Zapata y Luis Muriel, la pareja del Atalanta. El equipo se desplegó sin un diez, al dejar en el banco a Edwin Cardona y ubicar en la izquierda al escurridizo Lucho Díaz. El experimento de arremangar al goleador del River Plate argentino para cerrar la otra banda funcionó, con un generoso Santos Borré que defendió e incluso asistió.
El partido, intenso, se planteó como un duelo entre dos equipos atentos y bien plantados, con escasas opciones de peligro. Se necesitó casi media hora para que Duván pudiera calentar los guantes de Fernando Muslera con un remate cruzado, pero el delantero había recibido en fuera de lugar. El toro incursionó a punta de potencia en el área y se volvió a citar con el portero del Galatasaray, pero estrelló su remate cerrado contra el cuerpo de Muslera en el último suspiro del primer tiempo, que se saldó únicamente con ese disparo entre los palos.
La segunda mitad arrancó con otro tono. Lucho Díaz salió como un rayo para cruzar un balón en el área charrúa que no encontró rematador, mientras los pupilos del Maestro Tabárez respondieron con un vendaval que presagiaba un juego de ida y vuelta, con mucho más vértigo. En el intercambio de golpes, los dos veteranos arqueros cobraron protagonismo y evitaron que alguna de sus selecciones se fuera a la lona.
En una atajada providencial, Ospina sacó a mano cambiada, mientras retrocedía, un centro de Nández que se colaba en la esquina del arco. El primer partido que el portero del Nápoles jugó con la tricolor fue justamente un amistoso contra Uruguay el 7 de febrero del 2007. Ese mismo día debutó con los charrúas Luis Suárez, que este sábado se vio anulado por Yerry Mina y Davinson Sánchez.
En el otro arco, Muslera atajó un cabezazo del gigantesco Mina, la fórmula que tantas veces ha destrabado partidos para Colombia, y otro martillado y al piso de Zapata que sacó con el pie. La tanda de los penales definiría al semifinalista. El delantero del Atalanta abrió la serie para por fin poder marcar en Brasil. Mientras los colombianos acertaron el pleno de sus cobros (con Zapata, Sánchez, Mina y Borja), Ospina voló para frustrar los remates de José María Giménez y Matías Viña.
El capitán se encargó de refrendar que la Copa América ha sido terapéutica para los cafeteros, a pesar de que solo acumulan un triunfo. La Federación colombiana sepultó la era Queiroz luego de que el equipo cayó humillado en noviembre ante Uruguay en el calor de Barranquilla (0-3) y con Ecuador en la altura de Quito (6-1). Los mismos equipos a los que ha superado en el torneo continental. Rueda, que asumió a comienzos de año, puede presumir de superar escollos aún sin sus estrellas. Colombia va por todo.