El derechazo fuera de nuevo de Uribe encendió ya las alarmas
El derechazo fuera de nuevo de Uribe encendió ya las alarmas,
disparadas cuando Oblak negó el gol a Joao Mario en una volea franca, solitaria,
que puso en evidencia toda la estructura defensiva del Atlético, al que ni se le intuía ni se le esperaba ya por el otro área, en una lucha desesperada contra la desasistencia de Álvaro Morata,
que no disfrutó de ningún balón en condiciones para el remate en los 67 minutos que jugó, cambiado por Mario Hermoso,
un central, para recolocar el puzzle para la ofensiva (o defensa) final.
Ya sonó extraño al público ese cambio, aún más el siguiente: la sustitución de Joao Félix por Ángel Correa,
con bronca sonora e inequívoca para el cambio de Simeone, con veinte minutos por delante de un partido que nunca aparentó ganar el Atlético, que no había perdido antes por Oblak, jugó en superioridad numérica por una torpeza de Taremi, expulsado por tirarse en el minuto 82,
y que ganó de repente para empezar la Liga de Campeones con victoria cuatro años después.