La idea de regresar a Ucrania y volver a formar su equipo les dio la esperanza y el coraje para correr el riesgo
Pero cuando comenzó una nueva temporada de fútbol en agosto, la idea de regresar a Ucrania y volver a formar su equipo les dio la esperanza y el coraje para correr el riesgo, aunque no tenían nada. Otros clubes y personas donaron equipos, kits, incluso zapatos de fútbol.
Después de unos primeros meses turbulentos, el club ahora cuenta con 27 miembros, con edades comprendidas entre los 16 y los 34 años. A pesar de la diversidad de sus ciudades natales, sus trajes de entrenamiento azul oscuro muestran con orgullo el logotipo vinculado a Mariupol, que presenta una gaviota con un balón de fútbol en el fondo, un guiño a la ubicación de la ciudad en la costa norte del Mar de Azov.
A pesar de una miríada de problemas y la falta de financiación, las mujeres están decididas a jugar.
“Las chicas salen al campo y luchan hasta el final. Tienen una dedicación loca y un deseo loco de jugar”, dice la presidenta del club, Yana Vynokurova. Los jugadores tienen una misión superior que cumplir, además de mantener a flote al club Mariupol.
