Muchos aficionados acudieron al estadio Maracaná el martes para ver a Lionel Messi en su probable último partido en Brasil, un superclásico de clasificación para el Mundial contra los anfitriones. En cambio, vieron a Nicolás Otamendi anotar el único gol en la victoria de Argentina por 1-0 después de una pelea entre aficionados que retrasó el inicio del partido.
Los campeones de la Copa del Mundo infligieron a Brasil la primera derrota en casa en la clasificación para la Copa del Mundo. Fue la tercera derrota consecutiva de Brasil en el torneo de todos contra todos, otra marca negativa para el nuevo entrenador Fernando Diniz.
Messi abandonó el terreno de juego en el minuto 78 en medio de una mezcla de abucheos y aplausos de la afición brasileña. Decenas de niños llegaron al Maracaná vistiendo las camisetas del Barcelona, el anterior club del astro, y del Inter Miami.
Argentina regresará a casa no sólo en la cima de la clasificación sudamericana, sino también después de haber brindado a sus fanáticos una oportunidad más de celebrar una victoria en el histórico estadio de Río de Janeiro. Hace dos años, Ángel di María marcó el único gol en un Maracaná vacío para darle a su equipo el título de la Copa América.
El violento incidente previo al partido, que comenzó poco después de los himnos nacionales, paralizó el inicio durante 27 minutos. Argentina, de la mano de Messi, se dirigió a los vestuarios durante 22 minutos. Al menos un aficionado abandonó el estadio sangrando de la cabeza. La policía de Río dijo que había arrestado a ocho personas debido a la pelea.
La agresión entre aficionados se vio reflejada en la cancha en los primeros 20 minutos del encuentro; el árbitro cometió faltas contra Brasil durante ese tiempo. La tensión disminuyó y permitió a Argentina evitar una confrontación directa.
Brasil desperdició oportunidades, con un tiro libre de Raphinha en el minuto 38 y Cristian Romero salvó a Argentina cerca de la línea de gol seis minutos después tras un disparo cruzado de Gabriel Martinelli.
Brasil sugirió que mantendrían la presión después del descanso. Rodrygo obligó al portero Dibu Martínez a realizar una parada a quemarropa a los 54.
Pero el gol de Argentina a los 63 con un cabezazo de Otamendi, quien saltó por encima de los defensores brasileños para recibir un tiro de esquina, fue una de las pocas oportunidades que creó el equipo.
El adolescente Endrick, una de las grandes esperanzas de Brasil en la delantera, no hizo mucha diferencia después de avanzar a los 72.
En el 81, el centrocampista Joelinton, que acababa de entrar como suplente de Brasil, fue expulsado tras empujar a Rodrigo de Paul. Los aficionados brasileños terminaron el partido coreando “ole” por cada toque de los argentinos, mientras los aficionados visitantes agitaban sus camisetas mientras algunos de sus jugadores celebraban en el campo.
Argentina lidera la competición clasificatoria sudamericana de 10 equipos con 15 puntos en seis partidos, seguida por Uruguay con 13 y Colombia. Brasil podría terminar el año en sexta posición, con siete puntos.
