Bogotá, 26 jul (EFE).- Pudo ser beisbolista o incluso boxeador, tenía el brazo fuerte. Y si lo hubiese considerado, hasta baloncestista. Pero no: lo que quería desde pequeño era jugar fútbol y, de contera, ser goleador.
Ese es el cañonero Miguel Ángel Borja, la nueva figura del fútbol colombiano que tiene al Atlético Nacional muy cerca de ser el único equipo cafetero que ha levantado dos veces el trofeo de la Copa Libertadores de América.
Borja, de 23 años, llegó al fútbol gracias a su capacidad de sacrificio y convencido de que ese era su camino para ayudar a su familia y labrarse un futuro mejor.
Atrás quedaron los tiempos en los que ayudó a su mamá, doña Nicolasa, a fabricar y vender empanadas y en los que fue empleado en una ferretería, labores que siempre combinó con el deporte que lo salvó de peligros mayores.
Y es que Borja nació en la población de Tierralta, en el departamento de Córdoba, cuna del paramilitarismo que les ofrecía a los muchachos de la zona la «alternativa» de ser uno de los suyos.
Sin embargo, tuvo la voluntad para decir no porque al fin y al cabo lo que mejor sabía hacer, lo hacía con los pies: jugar fútbol.
Persiguiendo el sueño de ser uno de los mejores, ha vestido las camisetas de los colombianos Deportivo Cali, con el que debutó en 2011, Cúcuta Deportivo, Equidad y Santa Fe. Jugó en el AS Livorno italiano y en el Olimpo argentino.
En todos alcanzó a mostrar chispazos de su talento, pero halló la senda del triunfo en el Cortuluá, en el que marcó en el semestre pasado 19 goles, cifra récord para campeonatos cortos en Colombia.
Su desempeño lo puso en el radar de Reinaldo Rueda, técnico del Atlético Nacional, quien no le perdía ni pie ni pisada. Y no se equivocó.
Apenas con unos días en su nuevo equipo, Borja se bañó de gloria porque en las semifinales de la Copa Libertadores marcó cuatro goles, dos en el partido de ida y dos en el de vuelta, con los que Nacional despachó a Sao Paulo.
Las estadísticas de la Confederación Sudamericana de Fútbol dicen que sólo Pelé, con el Santos en 1963, y el colombiano Albeiro Usuriaga -fallecido- , también con Atlético Nacional en 1989, han marcado cuatro dianas en esa instancia de la Libertadores.
Puede que sea coincidencia, pero a la postre esos dos equipos levantaron el trofeo de campeón.
Ahora que la estrella del triunfo lo acompaña, Borja, a quien sus amigos le dicen ‘el Zorrita’ por su hirsuta cabellera, sabe que tiene todo por ganar con Nacional.
También sabe que puede hacer historia en los Olímpicos de Río porque es uno de los referentes del equipo colombiano que regresa a esta justa después de 24 años.
Ovidio Castro Medina