Por Santiago Siguero, tomado de Marca.-En el Real Madrid eran conscientes de las consecuencias del nombramiento de Julen Lopetegui como entrenador blanco. Estaban preparados para el terremoto y para el inmenso río de lodo que generaría.
Y resulta que, en realidad, ocurrió una cosa bien sencilla: el club pensó básicamente en sus intereses. Florentino hizo lo que consideró mejor para el futuro de la entidad que preside. Lo que tenía que hacer. Así de simple.
El Madrid ya tiene entrenador. Y, a la vista de la reacción de los tristes, parece que bueno. El resto es farfolla. Hay algo que me escama en este asunto. ¿Por qué en el primer comunicado de la RFEF se decía que ésta había estado «en todo momento en contacto con el Real Madrid y al tanto de las negociaciones de nuestro entrenador con su futuro equipo» y se deseaba suerte a Lopetegui? ¿Por qué, unos minutos después, se cambiaba por una nota mucho más seca y áspera, sin referencias al club blanco ni al futuro de Julen?
Puede que en el misterioso caso del comunicado desaparecido está una de las claves de todo este asunto. Un asunto que habría seguido el guión pergeñado por el Madrid (explosión controlada) si Luis Rubiales no hubiera antepuesto el orgullo del novato a la frialdad que todo mandatario debe aplicar a la gestión de emergencias. Al presidente de la RFEF no se ocurrió otra cosa que echar gasolina al fuego, actuando -además- en contra de la voluntad y el criterio de los jugadores.
‘Dos factores que, por cierto, sí ha respetado el Madrid, recogiendo la sugerencia de los internacionales españoles, el gran aval de la llegada de Lopetegui al Bernabéu.